Òscar Jiménez tiene 36 años y muy pocas ganas de quedarse callado cuando alguien le impide, literalmente, avanzar. Desde su cuenta de Twitter @OscarJim3nez denuncia los obstáculos que encuentra en su día a día, cuando necesita usar su silla de ruedas para desplazarse.
En marzo de 2012 operaron a Òscar por lo que creían que era una hernia discal y, según explica en su web, "me reventaron el saco dural". Nadie se dio cuenta. Y sus dolores, según los médicos, eran normales. Incluso le hicieron ver a un psiquiatra. Una revisión con una neuróloga le salvó la vida, pero quedó parapléjico. Su historia se puede leer en el libro 'Imposible' (todo lo recaudado con las ventas se dona a una asociación benéfica, pero aquí puedes leer los tres primeros capítulos gratis).
Òscar ya se ha enfrentado a varias instituciones, como Renfe. Hace unos meses, un vídeo en el que mostraba cómo le era completamente imposible subir a un tren de Cercanías sin la ayuda de los pasajeros se convirtió en uno de sus mayores éxitos. A pesar de su repercusión (llegó a aparecer en La Sexta), todavía no ha recibido respuesta de la empresa. "Es jodido, porque ha sido más fácil hacer los 800 kilómetros del Camino de Santiago que coger el transporte público". Y habla alguien que recorrió más de 100 kilómetros diarios en su silla durante una semana en una acción con la que quería –de nuevo– recaudar fondos para organizaciones benéficas y dar visibilidad a las personas con lesiones medulares o neurológicas.
RENFE, hola. Gracias por seguir siendo vosotros los discapacitados.
De todos modos, para Jiménez lo importante no es tanto la respuesta directa de las compañías e instituciones (Banco Popular, por ejemplo, sí se puso en contacto con él tras una de sus denuncias, aunque todavía no han solucionado el problema) como conseguir sensibilizar y concienciar a la sociedad. Por ejemplo, según explica a BuzzFeed España, varias personas le han reconocido que solían aparcar en la acera y ya no lo hacen gracias a sus tuits. Muchas veces, resume, "es un tema de civismo y educación; y no digo que no la tengan, digo que hay que inculcarlo desde pequeños".
Así, a corto plazo, sus quejas pueden suponer pequeños cambios y lograr que se arreglen rampas imposibles de escalar o que se eliminen obstáculos de las aceras. "Yendo a hacer una instancia no te hacen caso; con Twitter me llamó por la noche el director técnico de Banco Popular". Sin embargo, la clave está en conseguir los cambios a largo plazo. "Es como con la violencia de género: tienes que empezar a educar a los niños desde pequeños".
Enga hasta luego. Ya lo he visto todo. ♿😂
De todos modos, esto tampoco es una guerra "contra la panadería Pepa". De hecho, muchas veces ni siquiera dice dónde está el obstáculo que ha encontrado o no menciona a la empresa responsable para no molestar al community manager en cuestión. Se trata, simple y llanamente, de llamar la atención.
"Las redes sociales sirven para hacer ruido. Son una buena herramienta, pero hay que saber usarlas. En temas de conciencia es un arma letal". En Twitter, por ejemplo, ha descubierto que funciona muy bien usar el sentido del humor. "Si te estás quejando todo el rato parece que eres una víctima y eso no me gusta".
¡Niño! No hagas más mortero, el ingeniero nos dijo que recortemos. Los tres escalones que los suban a rastras. ♿👍
"Soy bastante reivindicativo", reconoce. De hecho, él puede superar la mayoría de los obstáculos, porque su silla es ultraligera, pero sabe que hay personas con sillas eléctricas, más pesadas o, simplemente, menos fuerza, que no. Y es que, desde un punto de vista legal, es difícil que Òscar no lleve razón, pues se trata de sus derechos.
Al final toca resignarse y esperar el día en que los técnicos de movilidad pasen parte de su tiempo con personas con discapacidad. "Me lo tomo como cachondeo ya. Veo cada barbaridad que no sé cómo han firmado el fin de obra. Hay cosas que no se explican".
Si te interesa la historia de Òscar, recuerda que puedes comprar su libro en Amazon y, de paso, colaborar con la asociación Qui te a qui. País del cava.