1.Es una diferencia muy sutil: no odias hablar por teléfono (aunque posiblemente también lo odies); lo que odias es LLAMAR por teléfono.
2.Así que retrasas todo lo que puedes el momento de llamar.
3.Siempre que puedes le pasas el marrón a otra persona.
4.Y terminas teniendo una conversación a tres bandas en la que dos de las personas te odian un poquito.
5.De hecho, es bastante probable que ya no cuele.
6.Los minutos previos a la llamada son como estar en un trampolín a punto de tirarte a la piscina.
7.Es prácticamente imposible que pidas comida si no hay nadie más en casa.
8.Lo pasas fatal mientras suenan los pitidos, pero prefieres eso a que descuelguen casi inmediatamente.
9.Tu vida se resume en esto, básicamente.
10.No hay sonido más agradable para tus oídos que el tut-tut-tut de cuando no lo cogen.
11.Pero también tiene su parte negativa, porque te toca mentalizarte otra vez.
12.Cuando esperabas que hubiese un contestador automático y de repente te atiende una persona.
13.De todos modos, nada de esto se compara con el TRAUMA que te ha supuesto tener que llamar a casa de la persona que te gusta para hablar con ella porque, por algún motivo, no podías usar el móvil.