1. Primero, lo primero: para ti no existe algo como "tener demasiados chapsticks".

2. Admites que eres fan de todas sus presentaciones: de barrita, circulares...

3. De aplicar con los dedos...

4. Con colorcito.

5. Los compras con sabores alocados y divertidos.

6. Pero también con sabores normales.

7. Usas desde los más serios y medicinales.

8. Pasando por los clásicos de siempre.

9. Hasta los más infantiles.

10. Puedes encontrar uno en donde menos te lo esperes.


En la cartera, en el escritorio, en un bolsillo de un pantalón que tienes meses sin usar, en el piso, en la mesita de noche.
11. Una visita a la farmacia nunca está completa si no compras un bálsamo labial nuevo.

12. Te lo aplicas compulsivamente, hasta cuando no lo necesitas.

13. Sabes bien que desde temprana edad, tu pasión por los bálsamos labiales ha estado presente.


De hecho, es posible que recuerdes cuál solías usar. Los de fresita probablemente estaba entre tus favoritos.
14. Tu portamaquillaje obviamente no tiene uno, tiene varios.

15.

16. Nada como la sensación de placer que sientes al aplicarte un Chapstick nuevo.
17. Y de hecho, leer este post te hizo sentir la necesidad de aplicarte un poquito en tus labios.
