REGLAS:
1. Relaja tu cara.
2. Mira cada punto.
3. Piensa en tu cara. ¿No está ocurriendo nada en ella?
4. Si en algún momento las comisuras de tu boca empiezan a moverse hacia arriba (hacia el cielo), es que tu sonrisa todavía funciona. ¡Uf!.
OK, ¡hagámoslo!