1.
Empiezas a notar que tu pelo está un poco largo Y un poco más alborotado por las mañanas.
2.
Intentas darle forma con cera, gel y laca... pero NADA funciona.
3.
Entonces recurres a usar gorras.
4.
Pero tus amigos comienzan a preguntarte POR QUÉ te pones gorras si NUNCA lo haces.
5.
Bueno, es hora de hacer de tripas corazón. ¡Hazte un corte de pelo, pedazo de hippy!
6.
Tu horario es de locos, así que planeas hacerlo el sábado a primera hora. ¡Que venga el fin de semana!
7.
Además, tienes planes para la noche, así que te quieres ver renovado.
8.
Es sábado. Te levantas supertemprano para ir a la peluquería antes que el resto del mundo llegue al centro comercial.
9.
No te molestas en lavarte o peinarte el pelo. Es un desastre, pero al diablo... igual te lo cortarán, ¿entonces cuál es el punto?
10.
Llegas a la peluquería, pero ya hay una fila. ¡Mi vida es una mierda!
11.
Te tocó esperar, hojeando revistas que NUNCA lees y unas que son de hace 6 meses.
12.
Finalmente, después de mil niños y sus mamás, ¡es tu turno!
13.
Te preguntan: "¿Qué corte quieres?". Dejémonos de bobadas, es el mismo CADA. MALDITA. VEZ.
14.
Tu peluquero(a) quiere hablar, pero tú prefieres pasar el tiempo mirando Facebook en el teléfono. ¡Maldita capa!
15.
Menos de 15 minutos y estás listo. Y con un buen estilo.
16.
Te vas con la confianza por las nubes. Un nuevo tú... un nuevo peinado.
17.
¡Sientes que puedes arrasar con el mundo!
18.
Familia y amigos hablan de tu corte por las próximas 48 horas.
19.
Pero la luna de miel no dura mucho tiempo. Una semana después, es como si nunca te hubieras hecho un corte de pelo.
