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Cuando «“no” significa “no”» no es suficiente: hablemos de hombres, mujeres y consentimiento

El alegato contra el cómico Aziz Ansari demuestra que hombres y mujeres nos encontramos en planetas distintos cuando toca hablar (y entender) el consentimiento.

El pasado sábado, una pieza publicada en Babe bajo el título "Fui a una cita con Aziz Ansari. Y fue la peor noche de toda mi vida" inició un debate mundial sobre relaciones sexuales entre hombres y mujeres y consentimiento.

Aziz Ansari (34) es el cocreador y protagonista de la espectacular 'Master of None', una serie que precisamente ha calado entre el público por la sensibilidad y la delicadeza con la que trata, entre otros muchos temas, algo tan universal y complejo como las relaciones heterosexuales. Además de su trabajo como actor, guionista y director, Ansari también ha publicado el best-seller 'Modern Romance', que se describe como "una investigación profunda, reflexiva y divertida de los placeres y los peligros del cortejo moderno".

En cuanto a su vida privada, Ansari se ha convertido en un destacado aliado de la causa feminista, llegando a exhibir el pin de Time's Up en apoyo a sus compañeras en la última edición de los Globos de Oro.

En 2017, después de conocerse en una entrega de premios, Ansari y Grace (nombre ficticio), una fotógrafa de 23 años de Brooklyn, fueron a una cita que terminó en el apartamento del cómico. Grace relata su incomodidad durante la cita desde el momento en el que llegaron al apartamento de él. Grace afirma que Ansari la "coaccionó para mantener relaciones sexuales" y se aprovechó de ella. "No fui escuchada y fui ignorada", apunta la fotógrafa, que declara haber mostrado su negativa hacia los intereses sexuales de Ansari de forma no verbal y verbal.

"Mi malestar fue expresado apartándome y murmurando por lo bajo. Sé que mi mano dejó de moverse en determinado momento", relata en Babe tras el momento en el que Ansari llevaba la mano de ella hacia su miembro, "dejé de mover mis labios y me mostré fría".

En posteriores declaraciones, Ansari ha confirmado la existencia de la cita y el encuentro sexual con Grace pero indica que, para él, "en todo momento fue consentido". El cómico añade que al día siguiente recibió un mensaje de ella en el que decía que aunque quizás para él "las cosas estuvieron bien" a ella "le hicieron sentir muy incómoda". Ansari ha afirmado que, efectivamente, todo parecía estar bien para él, así que cuando leyó el mensaje de Grace, se mostró sorprendido y preocupado. Después de procesar lo que ella le había dicho, Ansari le respondió en privado.

A raíz de la publicación de la pieza en Babe, se ha debatido sobre si se debe acusar a Ansari de abuso sexual o si simplemente se trata de una mala cita.

Un controvertido artículo de opinión en The Atlantic, firmado por la periodista Caitlin Flanagan, alegaba que "las acusaciones contra Ansari demuestran que las mujeres están cabreadas, son temporalmente poderosas y son muy, muy peligrosas". En esta pieza, la periodista argumentaba que: "En apariencia, hay un país entero lleno de mujeres que no saben llamar a un taxi" y añadía "hay quien dice que Aziz Ansari debería perder toda su carrera... por ir a una cita con una chica que se la chupó dos veces pero no le gustó la experiencia así que dice que fue abusada sexualmente".

"¿Por qué tanta gente se está preguntando por qué esta mujer no se marchó y tan poca gente se pregunta por qué él no paró?"

Como respuesta al artículo de Flanagan y a las dudas sobre la no oposición y posterior huida de Grace, la escritora feminista Jessica Valenti dio una respuesta a través de Twitter que anima a pensar sobre otra variable: "¿Por qué tanta gente se está preguntando por qué esta mujer no se marchó y tan poca gente se pregunta por qué él no paró? Conocemos la respuesta: esta cultura espera que las mujeres seamos porteros sexuales y que los hombres persigan tenazmente a las mujeres a pesar de los signos de disconformidad".

Añado que, en el relato de Grace, Ansari pregunta en unas cuantas ocasiones "dime dónde quieres que te folle". Pero a nadie le chirría que antes no le haya preguntado a Grace si le apetece follar. El sexo, desde el punto de vista de Ansari, parecía estar garantizado desde que Grace aceptó aquella cita en el restaurante. Desde el punto de vista de Grace, no.

El alegato contra el cómico Aziz Ansari demuestra que hombres y mujeres nos encontramos en planetas distintos cuando toca hablar (y entender) el consentimiento. Y que el verdadero debate de la situación debe centrarse en este consentimiento, en el por qué de ese miedo de las mujeres a decir que no y en el hecho de que la excusa de recibir "señales confusas" ya no pueda ser válida.

La historia que Grace ha contado es una historia que resulta familiar para muchas mujeres. Muchas mujeres nos hemos encontrado en situaciones igual de incómodas frente a un hombre en un escenario que se vuelve de pronto sexual y donde él parece tener la primera y la última palabra. La nuestra, como la de Grace, parece no escucharse o ser ignorada.

"No significa no" se vuelve inválido cuando a la mayoría de los hombres les han enseñado ese otro que interpreta que "cuando las mujeres dicen no, quieren decir que sí".

Se repite como mantra una frase que nace dentro del feminismo donde se indica que "no significa no". El problema es que ese mantra se vuelve inválido cuando a la mayoría de los hombres les han enseñado ese otro que interpreta que "cuando las mujeres dicen 'no', quieren decir que 'sí'". Se interpreta esa negativa como una invitación a la insistencia, como una forma que tenemos las mujeres de decir "convénceme", porque si decimos que sí rápidamente seremos vistas como "unas putas". De modo que nuestra negativa se convierte para los hombres en el No de Schrödinger: hasta que no han insistido un poquito más no son capaces de saber si nuestro "no" es verdadero o es falso.

Pero aún cuando nos encontramos frente a hombres que entienden que "no significa no", siguen sin entenderlo. Porque "no significa no", pero a veces decir "no" directamente asusta. Se debería entender que el silencio también significa "no", que el besar a una persona que no mueve sus labios también es una negativa, que el insistir con "dónde quieres que te folle" a una persona que no te responde también quiere decir que no, que un cuerpo tenso, una mano que aparta otra mano o una mujer que se baja insistentemente la camiseta cuando alguien se la intenta subir también es que no. La falta de entusiasmo es también una clara negativa.

Excusas como tener la regla, el dolor de cabeza, el no encontrarse del todo bien o no haberse depilado las piernas suelen ser también sinónimos de "no", porque a menudo a las mujeres les resulta más sencillo justificar la negativa con una tercera causa que con la falta de ganas de mantener relaciones sexuales.

Cuando un hombre afirma que recibió "señales confusas" está diciendo que no recibió señales claras. Y ante una falta de claridad es altamente probable que la otra persona no esté dando un consentimiento entusiasta. Deberíamos también saber cuáles son esas "señales confusas": que una mujer se ría de los chistes de un hombre durante la cena no es una invitación directa para meterse entre sus piernas.

Una agresión sexual puede darse porque un hombre ignore de manera consciente todas las pistas que le están diciendo que esa mujer no quiere mantener relaciones sexuales.

Una agresión sexual no tiene por qué ser sinónimo de una agresión violenta. Las violaciones dentro de la pareja son un claro ejemplo de ello. Una agresión sexual puede darse porque un hombre ignore de manera consciente todas las pistas que le están diciendo que esa mujer no quiere mantener relaciones sexuales.

Lo que se ha descrito en medios y en cuentas privadas de Twitter como una "mala cita" para Grace, no lo fue para Aziz Ansari, que no fue consciente, según argumenta, de que algo había ido mal la noche anterior hasta que recibió un mensaje de la propia Grace. Lo que debería llevar a preguntarnos qué tipo de desconexión brutal existe entre hombres y mujeres tras un encuentro sexual para que una mujer termine llorando en un taxi de vuelta a casa mientras que el hombre duerme a pierna suelta y envía un mensaje al día siguiente diciendo "lo pasé guay".

Cómo no va a existir esa desconexión si nuestras negativas siguen viéndose a ojos de los hombres como un reto y si nuestra falta de entusiasmo sigue viéndose con naturalidad, como parte de esa pasividad y sumisión tan clásicamente femenina. Cómo no va a existir desconexión si las mujeres no hemos tenido autonomía sobre nuestros cuerpos, si el deseo de los hombres siempre se ha visto como natural e inevitable mientras que nosotras siempre hemos tenido que guardar nuestra flor bajo siete cerrojos.

Va siendo hora de volver a conectar. Va siendo hora de aprender que hay muchas señales, más allá de una negativa directa, que también quieren decir que no. Va siendo hora de que las mujeres dejemos de ser quienes cargan con toda la responsabilidad en una situación en la que participan dos personas. Y que ambas quieren pasárselo bien. El consentimiento debe ser entusiasta y explícito, pero no se trata de un contrato. El "no significa no" es un mantra que todas las personas deberían repetirse frente al espejo, pero debemos asumir que no es lo único. Que hay un sinfín de señales que indican un "no". Y que desde luego ignorarlas y no escucharlas no va a ayudar a construir un mundo más seguro (ni más placentero) para las mujeres.