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    Cómo mis relaciones me ayudaron a aceptar mi depresión

    Ser sincero acerca de una enfermedad mental con la gente que quieres es difícil, vivir una mentira es más difícil.

    Soy un mentiroso y tú también, y si dices que no, estás mintiendo. Pero créanme cuando digo que no condeno eso, porque hay algunas mentiras que no se puede evitar decir. Después de todo, no se puede responder a "¿Qué tal estás?" con sinceridad todo el tiempo. En su mayor parte, las personas solo quieren un "Sí, no me va mal, ¿y a ti?", no un "Tengo una fuerte sensación de muerte inminente".

    La mentira que no puedes evitar decir es una pendiente resbaladiza hacia las mentiras que podrías evitar decir.

    Y, de hecho, esto en sí mismo no es necesariamente mentir; es elegir omitir cierta información para presentar una versión de ti mismo que te hace feliz que los demás vean. Algo así como un filtro de Instagram.

    El problema es que la mentira que no puedes evitar decir es una pendiente resbaladiza hacia las mentiras que podrías evitar decir, si no tuvieras miedo de que la gente te viera #NoFilter.

    Así que, ¿cómo estoy? En un esfuerzo por dejarme de tonterías: Tengo depresión y a veces es una mierda. Especialmente cuando se trata de relaciones. He escondido mi depresión a casi todas las chicas con las que he salido e incluso cuando me he abierto acerca de la existencia del problema, me he guardado la rutina diaria de mis sentimientos para mí mismo.

    Tenía 16 cuando tuve mi primera novia, Susan. En ese momento, en realidad no sabía que estaba deprimido. Sospechaba que lo estaba, pero me convencí de que no tenía una enfermedad mental; solo estaba triste. Cuando no podía salir de la cama o quería dormir durante el día, lo atribuía a ser perezoso, y atribuía todo mi mal humor a la pubertad. Ahora, yo era, y todavía soy, vago y de carácter cambiante, por lo que en ese sentido mi yo de 16 años dio en el clavo. Pero cuando miro hacia atrás desde una perspectiva de más edad y ligeramente más sabia, puedo ver que lo que sospechaba, lo que esperaba, era cierto después de todo.

    Estaba deprimido.

    Sé que "esperar" parece algo perverso de decir. ¿Por qué alguien esperaría tener depresión? No es que yo quisiera tenerla, que pensase que mi vida era demasiado normal y que tenía que tener depresión para que las letras llenas de angustia que escribía para mi banda pudieran tener validez. Es sólo que a medida que pasaba el tiempo y yo me ponía cada vez más triste, necesitaba una explicación Necesitaba tener una razón a la que aferrarme para saber por qué me sentía inútil, por qué me sentía tan desesperadamente solo a pesar de que estaba rodeado de gente que me quería.

    Escuchaba a My Chemical Romance y me alisaba el pelo. ¿Quién creería que en realidad había algo mal?

    A pesar de su amor, simplemente no podía hablar con Susan, ni con ninguna de las demás. ¿Qué pasaba si no me creían? ¿Y si no lo entendían? Escuchaba a My Chemical Romance y me alisaba el pelo; ¿quién creería que en realidad había algo mal? ¿No asumirían que solo era un niño emo, parte de una subcultura que idealiza la autolesión y la miseria? ¿Cómo podían tomarme en serio cuando estar triste estaba de moda? Aún más importante, yo era un hombre (más bien una criatura pubescente que merodeaba ahogado en Lynx Africa) y los hombres no lloraban. Y si lo hacías, te decían que no fueras tan niña. Patriarcado clásico.

    Así que reprimía mis problemas y mi vida continuaba. Con el tiempo la tristeza se desvanecía y me sentía reivindicado. No había nada de malo en mí después de todo; había estado de mal humor y sido tonto. Me alegraba de no haberme avergonzado a mí mismo diciéndoselo a Susan. Una parte de mí se sentía culpable por siquiera considerar que podía tener depresión. Es una cosa horrible de tener y ahí estaba yo, sintiéndome un poco triste, menospreciando a todas las personas que de verdad la tenían. ¿Cómo podía mi tristeza ser tan grande como la suya?

    Aprendí una valiosa lección: Ignora algo lo suficiente y finalmente desaparecerá.

    No quiero entrar en los detalles morbosos porque francamente se pone muy, muy oscuro (además, no puedo mirar hacia atrás sin cantar en voz baja las primeras líneas de "The Sound of Silence"), pero en mi último año de universidad aprendí otra lección muy valiosa: Ignora algo lo suficiente y finalmente intentará matarte, al igual que gastaba la mayor parte de mi energía tratando de parecer que estaba bien mientras que de forma pasiva buscaba una razón para seguir viviendo.

    Quería ser sincero, pero mi ansiedad y tristeza eran constantes.

    Entonces conocí a Tanya. Desde el principio, me había visto en mis momentos más vulnerables y no había salido corriendo, pero de alguna manera esto no me aliviaba. Quería ser sincero, pero sabía que abrirme completamente tan pronto sería demasiado, porque mi ansiedad y tristeza eran constantes. Así que adopté la terrible costumbre de ocultar lo que sentía día a día. Dominaba el arte de llorar en silencio al lado de alguien mientras dormía.

    Y me convertí en un completo pendejo.

    Tanya era lo mejor de mí. Me gradué y pasamos a tener una relación de larga distancia. Mientras ella estaba en su último año de universidad, yo estaba en casa poniéndome cada vez peor. Estaba tan desesperadamente solo y aterrorizado de perderla, ese rayo de luz en la mierda, que me hice posesivo. Necesitaba hablar con ella todo el tiempo. En mi tristeza, me aislé de todos mis amigos y, al tratar de ocultar el alcance total de la depresión suicida que tenía, me estaba convirtiendo en la única cosa que no quería ser: una carga. Estaba usando a Tanya como soporte, tan obsesionado con mis propios sentimientos que no podía estar ahí para ella. La depresión se hizo tóxica, solo me veía a mí mismo. Me sentía paranoico por estar arruinando su vida por estar triste, sin darme cuenta de que no era mi tristeza lo que la empujaría, sino la forma en que estaba lidiando con ella.

    Aún así, no terminamos la relación. Empecé a ahorrar para un anillo. Y entonces mi depresión me golpeó con un montón de inutilidad. Ves, cuando no buscas ayuda real para lo que te está devorando, sesga toda tu visión del mundo. Y he aquí la mía: Estaba convencido de que si nos casábamos, me pasaría la vida entera triste sin motivo y haciéndole la vida imposible. Así que si realmente la quería, sería mejor romper su corazón, aislarme de ella, de mis amigos, incluso de mi familia, y simplemente terminar solo. Hice algo estúpido e increíblemente egoísta: tomar una decisión por alguien que quería en base a lo que creía que era mejor para ella. Rompí la relación, de forma brusca e insensible, en la creencia de que cuanto más me odiara, más fácil sería para ella lidiar con lo que había planeado en hacerme a mí mismo.

    Cuando no buscas ayuda real para lo que te está devorando, sesga toda tu visión del mundo.

    Como suele suceder, fui demasiado cobarde para suicidarme y, en vez de eso, fui de cabeza a otra relación para tener una mayor comodidad. Le dije a Alex que tenía depresión pero le escondí lo mal que estaba hasta una noche en que pensé: "¡A la mierda!" Agotado por fingir estar bien, dejé que la máscara cayera. A la mañana siguiente no me podía mover. Alex me sacó de la cama, me vistió, me dio de comer y se aseguró de que fuera a trabajar. Pasé el día resentido hacia ella por hacerme enfrentar al mundo, triste porque ella no me pidiera quedarme y con el recuerdo del miedo en sus ojos y lo asustada que debió sentirse al ver mi verdadero yo de repente. No mucho tiempo después, ella rompió conmigo, por muchas razones muy lógicas, pero también, recuerdo que pensé, la principal fue mi depresión.

    Después de Alex, deprimido y sin distracciones, no quería sentir nada. Bebía, salía con chicas, guardaba mi secreto. Estaba muy mal, tenía miedo y mentía.

    En algún momento en medio de todo eso, mi amiga Cara me invitó a una cena. Así que me puse mi camisa menos desaliñada, me bebí la botella de vino que había comprado para la fiesta y me presenté borracho.

    Emma estaba allí y era impresionante. Habíamos coincidido antes y era la única otra persona que conocía en la fiesta, así que pasamos toda la noche hablando.

    En esta etapa, sabía que ocultar lo que sentía y cómo soy no funcionaba. Así que hice algo drástico. Fui sincero con Emma. Fui sincero con ella porque me gustaba mucho y porque había llegado al punto en el que podía ver la depresión no como algo malo en mí, sino como algo que era parte de mí. Pensé que si ella no me aceptaba por cómo era, no la necesitaba. (Por supuesto esperaba con todas mis fuerzas que lo hiciera).

    Spoiler: Lo hizo.

    Tuve la suficiente suerte como para pasar mi tiempo con Emma siendo vulnerable. Ser yo mismo. Si sentía miedo irracional por algo, sentía que podía contárselo. Y el hecho de no gastar toda mi energía tratando de ser algo que no era significaba que podía estar ahí para ella cuando sus ansiedades alcanzaban lo mejor de ella. Era más equilibrado.

    Eso no quiere decir que fuera fácil. A veces seguía ocultando lo deprimido que estaba y luego me castigaba por ello. Todavía sentía una cólera hacia mí mismo que se deslizaba a través de las grietas y me hacía irritable y dejaba insatisfecho. Cuando me ponía así, me era difícil decir "De verdad necesito un abrazo" y simplemente esperaba que Emma fuese una especie de vidente. Todavía tenía la costumbre de dejar de lado a mis amigos porque Emma, mi mejor amiga, era la persona con la que quería pasar todo mi tiempo. Con ella, no tenía que ser nada más que yo. Sentía una seguridad que rara vez consigo con otras personas.

    Obviamente todo esto está en tiempo pasado.

    Cosas que pasan.

    Mis relaciones me han hecho crecer como persona.

    Pero en medio de toda esa mierda hay otra cosa: la prueba de que mis relaciones me han hecho crecer como persona, han hecho que me mire y vea que la manera en que lidiaba con mi enfermedad estaba mal.

    Ninguna de estas mujeres podría llegar a completar a mi yo llorón y sensible; sería injusto pedir que lo hicieran. No estoy buscando a una Manic Pixie Dream Girl. Pero aprender a cómo navegar por la depresión con mis parejas me ha ayudado a aceptar mi depresión y me ha dado perspectiva.

    Ahora, estoy haciendo mi mejor esfuerzo para ser más sincero, por mi propio bien, con la esperanza de que cuando le pille el truco, solo enriquecerá mis relaciones futuras. Es un proceso de aprendizaje; tratar de desenredar activamente todas las costumbres tan arraigadas en mí es duro. No creo que mi línea de apertura en una primera cita vaya a ser: "Hola, soy Karl y estoy deprimido. ¿Qué aficiones tienes?", pero sin duda es algo que no voy a ocultar. Y creo que al final merecerá la pena.