1.
La frase "quizás podemos vernos más tarde" no te convence porque necesitas toda una noche con esa persona.
2.
Te vuelves prácticamente violenta alrededor de esa persona porque es tan linda que quieres morderle la cara.
3.
Comienzas a sentir como que podrías decirle cualquier cosa, sin importar lo que estés pensando.
4.
Invitas a esa persona a que vaya a tu casa para hacer literalmente nada.
5.
Los planes de viernes por la noche se convierten en "¿qué vamos a hacer este fin de semana?" y es lo más emocionante de todo.
6.
E incluso cuando literalmente se tiene que ir, sigues tratando de pensar una manera para que se quede.
7.
Quedarte en casa un sábado por la noche deja de parecer algo tan malo.
8.
De repente, las demostraciones públicas de afecto parecen ser la mejor cosa de todas...
9.
...al igual que todas esas otras cosas de amor que literalmente solían darte ganas de vomitar.
10.
Comienzas a perder interés por todas las demás personas del mundo, incluso por tu celebridad favorita.
11.
De repente dejas de tener miedo de que alguien note tu gran participación en las redes sociales.
12.
A pesar de que sigues constantemente hablando por teléfono, sólo lo haces con una persona.
13.
Tu compañero de cuarto (o cualquier persona que esté presente, si vamos al caso) se convierte simplemente en una interrupción.
14.
Dejas de quitarle importancia cuando las personas te preguntan por esa persona.
15.
Sientes como que ~te conoces~ mejor desde que estás con esa persona.
16.
Y comienzas a darte cuenta de que todo literalmente es mejor cuando esa persona está cerca.
