Algunas personas vivimos siempre en el Conurbano Bonaerense.
Hasta que con ciertas expectativas, nos mudamos a Capital.
Pero algunas cosas cambian...
(Bueno, muchas.)
Para empezar, en el barrio sabías el nombre de todos y todos el tuyo.
La costumbre puede hacer que saludes a todos y recibas una reacción diferente a la que esperabas.
Pero después de años de viajes interminables soñando con estar "más cerca de todo"...
Y de escuchar cómo otras personas llegaban en 10 minutos al mismo lugar que a vos te había llevado 1 hora 45 llegar...
...finalmente estás donde querías estar.
Después de años de tomar tren, subte, colectivo, carreta tirada por caballos, monopatín y caminar seis cuadras te indignás cuando te das cuenta que no todo está cerca.
Y que el subte no te lleva a todos lados como habías soñado.
Te envicias rápidamente con la facilidad de parar un taxi en cualquier lado.
Y tratas de disimular que no tenés idea de que responder cuando el taxista te pregunta "¿Qué camino hacemos?" para que no te pasee.
Hasta que te das cuenta que tomar taxi a todos lados excede tu presupuesto.
Imaginaste que aprovecharías estar más cerca de cines, teatros y cafés tu vida iba a volverse más activa...
...pero en realidad cambiaste de zona, no de personalidad.
Al menos te sacaste la costumbre de decirle "El centro" a TODA la Capital.
Y ya no tenes que escuchar "Uhhh! ¿Y cómo hacés?" cada vez que decis lo lejos que vivis.
Ni explicar que el Conurbano no es como mucha gente lo imagina...
... y que tiene su encanto particular.
Y aunque extrañamos cosas que pensamos que no íbamos a notar que ya no estaban cerca...
Aunque nos tome un rato, siempre se puede volver al barrio.
