1.
Intentas sincronizar tu respiración con la de ellos.
2.
Partes de tu cuerpo se duermen pero no puedes moverte.
3.
Te tiras un gas bajo las sábanas, porque eso es lo que pasa cuando te duermes primero.
4.
Te detienes en seco cuando se mueven lo más mínimo, por cualquier cosa.
5.
Intentas jugar con tu teléfono, pero terminas dejándolo caer en tu cara.
6.
A veces te aburres y te enojas con ellos.
7.
Aguantas las ganas de orinar lo más que puedas porque no quieres levantarte.
8.
Pero cuando definitivamente tienes que salir de la cama, se requieren cuidados y maniobras extremas que no habías intentado antes.
9.
Y luego debes volver a la cama... Sin moverse mucho.
10.
No dejas de moverte y después te pones ansioso por despertarlos, para después moverte un poco más.
11.
Analizas su cara hasta que deja de tener sentido.
12.
Cuentas cuántas pecas rojas tienen.
13.
Y luego juegas a conectar los puntos con ellas.
14.
Y te enamoras una y otra vez con sus pequeñísimas imperfecciones.
15.
Y cuando te aburres, *accidentalmente* los despiertas.
Pero siempre vale la pena.
