1. Tener un estricto código de vestimenta que involucraba dos cosas:
a) La medición semanal de la falda.
b) Estar fajad@, siempre estar fajad@.
2. Si eres niña, probablemente no salías de tu casa sin unos buenos bikers abajo del uniforme.
3. Y si eras niño te traían en friega con el corte de pelo y la imposibilidad de presumir tu barba.
4. Los calcetines blancos largos siempre se resbalaban hasta tus talones.
5. Rezar todas las mañanas.
6. Tener mínimo una misa mensual.
7. Y llegar borrach@ a dicha misa.
8. Lo bueno era el sabor de la hostia. Como pancito suave.
9. Inventaste una relación entre una monja y un padrecito.
10. Hiciste tu confirmación con cientos de tus compañeros de escuela.
11. Te sabes tooooodas las canciones que pueden existir en cualquier variable de misa.
12. Te disfrazaste para ciento un mil millones de festivales, pero sobre todo, para las pastorelas.
13. Si ibas en una escuela mixta las frases "chiflando y aplaudiendo" y "denle espacio al Espiritu Santo" eran parte del vocabulario colectivo.
14. Y si ibas en una escuela de puras niñas o niños, el solo hecho de oler a alguien del sexo opuesto te llevaba a la estratósfera hormonal.
15. Recibiste clases de moral y religión todos los años de tu vida.
16. Pero no tenías idea de cómo se embarazaban las mujeres.
17. Si tenías tantito talento musical podías formar parte del coro.
18. Miércoles de ceniza era un día importante porque te manchaban la frente con una cruz.
19. Siempre has sentido un poco de culpa (y también un poco de miedo) de hacer cosas "cochinas" porque crees de Dios está viéndote.
20. Te sabías (chance sabes) rezos completos y larguísimos como el Credo.
21. Juan Pablo II eran tan dios como Dios.
22. No había nada que causara más pánico que el embarazo adolescente.
23. El goth te da un poco de recelo porque no sabes si es correcto usar cruces como declaración de moda.
24. Y tal vez, solo tal vez, saliste del clóset del ateísmo en el momento en el que te graduaste.
